Pocas bandas en la historia del rock han desafiado tantas veces las etiquetas como King Crimson. Surgida en Londres en 1969, esta agrupación fue desde el inicio una anomalía: experimental, compleja, a veces agresiva y otras veces etérea, siempre un paso adelante del resto. No en vano se le considera una piedra angular del rock progresivo, aunque sus límites estilísticos siempre fueron más amplios que ese género.
Un nacimiento majestuoso (y caótico)
El primer gran impacto de King Crimson llegó casi de inmediato con su disco debut, In the Court of the Crimson King (1969), una obra que aún hoy se cita como uno de los discos fundamentales del prog rock. Pero el éxito no trajo estabilidad: en cuestión de meses, ya se habían ido varios miembros fundadores. Y así seguiría siendo durante décadas.
El alma de la banda siempre fue Robert Fripp, guitarrista y pensador musical inclasificable. Aunque nunca se llamó a sí mismo “líder”, fue quien moldeó todas las encarnaciones de King Crimson, a veces con cambios tan radicales que parecía un grupo nuevo en cada disco.
Reinventarse para sobrevivir
King Crimson tuvo al menos tres grandes etapas reconocibles: la primera, marcada por la fusión de sinfonismo, jazz y psicodelia; la segunda, en los años 80, abrazando la tecnología y el sonido new wave con discos como Discipline (1981); y la tercera, en los 90 y 2000, combinando guitarras pesadas con estructuras complejas e improvisación.
La lista de músicos que han pasado por sus filas parece un quién es quién del virtuosismo: Greg Lake, Bill Bruford, Tony Levin, Adrian Belew, John Wetton, Gavin Harrison... Cada uno dejó una huella profunda en la evolución del grupo.
Arte por encima del éxito
A diferencia de muchas bandas de su tiempo, King Crimson nunca buscó complacer al mercado. Sus canciones raramente sonaron en la radio, y sus shows eran más experiencias intensas que espectáculos populares. Aun así, se ganó un culto de seguidores devotos y el respeto de múltiples generaciones de músicos. De hecho, artistas tan dispares como Tool, Porcupine Tree y hasta Kanye West han reconocido su influencia en distintos momentos.
El grupo también fue pionero en la forma de distribuir su música, fundando su propio sello (Discipline Global Mobile) y priorizando grabaciones en vivo, muchas veces editadas de forma casi artesanal. Fripp incluso se convirtió en uno de los primeros músicos en denunciar públicamente los abusos contractuales de la industria discográfica, adelantándose años a debates que hoy están en el centro de la conversación artística.
El último acto
En 2014, King Crimson volvió con una formación multibatería y un repertorio que abarcaba casi toda su carrera. Fue una gira celebrada por fans y críticos, una especie de despedida no anunciada. Años después, con la pandemia de por medio y el fallecimiento de miembros clave como Bill Rieflin y Greg Lake, King Crimson cerró el telón de manera discreta pero digna.
Legado inquebrantable
King Crimson no fue una banda para todos los gustos, pero sí fue una banda para todos los tiempos. Su legado no solo está en su música, sino en su actitud desafiante, su constante reinvención y su negativa a seguir las reglas. Fue, en palabras de Fripp, “una manera de hacer las cosas”. Y esa manera dejó huella.
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Marla Ardila
¡Bienvenid@s a mi mundo! Soy una apasionada de la música, los conciertos, los libros y los cómics. Como Líder de DC Fans Colombia y CEO de Konvexa Digital, fusiono mi amor por el marketing digital y el diseño web con el rock.